Bodas de Plata de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de El Buen Suceso

Illos tuos misericordes óculos ad nos converte






Julio de 1941. El Ecuador asistiría a una de las páginas más aflictivas de su historia. Vientos de guerra soplaban a lo largo de este país, Relicario de América. La invasión en la frontera por parte del Perú volvía inminente un conflicto bélico de trágicas consecuencias, en medio de un otro, de alcance internacional , el cual ya dejaba tras de sí secuelas de muerte y de horror sin par en la historia: la segunda guerra mundial.

En sus apariciones en Fátima, la Santísima Virgen denunciaba los enormes pecados de la humanidad y apelaba a su conversión y a la penitencia, caso contrario Dios descargaría su Ira sobre el mundo. “La Primera Guerra Mundial terminará pronto. Sin embargo, si la humanidad no deja de ofender a Dios, vendrá una guerra peor, en el Reinado de Pío XI”, revelaba la Madre de Dios a los tres pastorcitos en Julio de 1917. El mundo hizo caso omiso al maternal apelo de María, y por el contrario, las naciones se fueron hundiendo cada vez más en el fango de las peores ofensas a Dios y el Ecuador no era la excepción.

El Padre Benjamín Ayora y Cueva, canónigo teologal y capellán de la Santísima Virgen de El Buen Suceso de Quito en la mitad del siglo pasado, se refería en estos términos a la situación moral de los ecuatorianos a inicios de los años 40:





“Muchos, muchísimos de nuestros coterráneos, especialmente gran parte de la juventud, y de ambos sexos, le han vuelto las espaldas al Divino Corazón, y se han hecho descreídos, lanzándose por el atajo de la indiferencia religiosa; además por las modas obscenas y provocativas al pecado de muchas señoras y señoritas; finalmente por la codicia, raíz de todos los males, y que carcome las entrañas del alma de mucho ricos y ricas ecuatorianas. Fuera de toda duda, me parece estar, que Dios nos quiere castigar a la hora presente”.

A nivel mundial, los pedidos de Nuestra Señora de Fátima cayeron en saco roto, y el castigo tocaba a las puertas. Aun así, quiso Ella evitarlo hasta el final: en enero de 1938, los cielos de Europa  asistían a la “noche iluminada por una luz desconocida ("sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra"). Los escépticos de la época la calificaron como una simple aurora boreal! El aviso misericordioso de la Santísima Virgen estaba dado y los hombres lo desecharían. Un año después...la guerra estalló. ¿Sería distinta la situación entre el Ecuador y el el país con el cual arrastraba un vieja disputa?

“Un conflicto bélico es sin duda el flagelo más espantoso y sangriento con el que Dios puede castigar a una nación, decía el Padre Ayora, acrecentando que habiendo sido dado a David el escoger entre la guerra, el hambre y la peste, éste sin vacilar escogió la peste, para librarse de la guerra y del hambre. La guerra es un monstruo infernal de fauces descomunales, que se engulle a los hombres por millones y bebe, a torrentes, sangre humana”. Y sin querer restar méritos a las causas humanas que empujan las naciones a una guerra, el religioso lojano deja muy claro que la causa verdadera es el pecado.

Ahora bien, si precisamente el pecado había atraído para el mundo la muerte y la destrucción sin precedentes, nace una sana pregunta: una guerra con todas sus devastadoras consecuencias no contradice acaso la misericordia divina? El Dr. Plínio Corrèa de Oliveira hace una interesante explicación al respecto:

“Cuando miramos a este mundo pecador, gimiendo en las torturas de mil crisis y de mil angustias, y que a despecho no hace penitencia: cuando consideramos los progresos aterradores del neo paganismo, que está en vísperas (…) de ascender al gobierno de la humanidad entera, nuestro espíritu se estremece en la previsión de las catástrofes que acumula sobre sí misma la impiedad obstinada de esta generación…!

 “Hay algo de liberal o luterano en imaginar que tantos crímenes no merecen castigo,  y que una tal apostasía de las masas se operó por un mero error intelectual, sin que constituya un grave pecado para la humanidad. La realidad no es esa. Dios no abandona a sus criaturas y si éstas se encuentran lejos de Él, la culpa sólo les puede caber a ellas y no a Dios…”

Ante la obstinación humana se vuelve entonces necesario aplacar mediante la penitencia la Justicia regeneradora de Dios. 

Una humanidad perseverante en su impiedad, agrega el Dr. Plínio, todo lo puede esperar de los rigores divinos. Más Dios que es infinitamente misericordioso, no quiere la muerte de esta humanidad pecadora, pero sí “que ella se convierta y viva”. Y por eso su gracia busca insistentemente a todos los hombres, para que abandonen sus pésimos caminos y vuelvan al regazo del Buen Pastor”

Precisamente, para el Ecuador de 1941, se hacía urgente ir en la búsqueda de esa gracia y ésta no tardó en inspirar con su suave voz: era necesario recurrir a Nuestra Señora, la “omnipotencia suplicante” y rogar por su intercesión, pues, acrecienta el Dr. Plínio, “es Ella la abogada de los pecadores. Nuestro Señor es Juez. Y por mayor que sea su misericordia, no puede también dejar de ejercer su función de Juez. Nuestra Señora en cambio, sólo es abogada. Y nadie ignora que no es función del abogado otra cosa sino defender al reo. Por tanto, tenemos en el Cielo una abogada omnipotente, en cuyas manos se encuentra la llave de un océano infinito de misericordia”.

  “Cundirán en estas tierras varias herejías y reinando ellas se apagará la luz preciosa de la fe en las almas por la casi total corrupción de las costumbres…”*


Puerta lateral de la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Quito, Siglo XX

Así, a partir del día 24 de Julio se dio inicio en Quito, a un Triduo en Honor de Nuestra Señora de El Buen Suceso, colocando a sus Pies tan sólo una intención: la protección para con el Ecuador. Ponemos a su consideración algunos trechos de los sermones pronunciados por el Padre Benjamín Ayora durante aquellos tres días, desde el púlpito de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, exhortaciones caracterizadas por el ardoroso celo de los predicadores de otrora y que hoy en día son prácticamente una que otra excepción. Prevenimos al lector que el canónigo se refería a la situación espiritual de las almas de hace 72 años. Si aún estuviese entre nosotros, la pregunta no se haría esperar: ¿qué diría él de la situación actual? He aquí parte de sus homilías:

“Porqué nos quiere castigar tan cruelmente el Sagrado Corazón de Jesús?, Dueño de todos los pueblos y naciones del Orbe?, permitiendo que nos enrolemos en una guerra inevitable por una parte y desigual por otra?...¿cómo nos libraremos de este formidable azote?...”

“El indiferentismo en materia de religión en casi todas las esferas y sectores de nuestro organismo social…el aniquilamiento, la esterilidad, la pérdida, la muerte del hábito de la Fe, de la virtud infusa de la Fe, de la potencialidad de la Fe; sin esta virtud nadie puede salvarse…”

“Muchísimas naciones católicas como la nuestra recibieron la virtud infusa de la Fe, pero no correspondieron a esa gracia, recibieron un talento – en alusión a la parábola evangélica – pero lo escondieron, es decir, no trabajan ya adultos sobrenaturalmente, absolutamente nada, sino que se entregan al ocio espiritual, se dejan arrastrar de los escándalos del mundo, dan rienda suelta a sus pasiones , atropellan la Ley Santa de Dios, hacen burla y escarnio de sus sacramentos, de su culto, de las prácticas y observancias católicas; estas almas dejaron estéril completamente el hábito de la Fe, mataron la Fe, y muerta la Fe en su alma no produjeron sino obras de muerte; 

(como resultado) sostienen que todas las religiones pueden ser abrazadas…y que el mortal puede arrodillarse ante Jesús Sacramentado, ante Buda, ante Mahoma, ante Lutero, todo culto es admisible..! Qué horror, carísimos oyentes! Qué aberraciones! Qué dislates! Esta herejía funesta ha inficionado, en gran parte, el ambiente moral del Ecuador, no lo podemos negar, lo estamos viendo a diario; lo palpamos como con las manos, en el seno de nuestra sociedad”

“En esos tiempos estará la atmósfera repleta del espíritu de impureza, el que a manera de un mar inmundo correrá por calles, plazas, sitios públicos, con una libertad asombrosa, de manera que no habrá en el mundo almas vírgenes; no habrá inocencia en los niños ni pudor en las mujeres:..”*

Ya en 1917, Nuestra Señora de Fátima advertía al mundo sobre el relajamiento de las costumbres y de la modestia. La beata Jacinta Marto le indicó a una de sus confidentes que “vendrán unas modas que ofenderán mucho a Nuestro Señor”. Sobre este mal el Padre Ayora no se ahorra nada en sus prédicas:

“La segunda causa de nuestro malestar moral, provocativo de las iras divinas contra nosotros, lo constituyen las modas obscenas, que sin rubor cristiano y con un cinismo desafiante han sentado sus reales en nuestra sociedad”

“…Aquellas modas indecentes e inmorales, que echan a rodar el pudor y la modestia, los cuales son los velos con los que la mujer cristiana, después del Evangelio, se presenta cubierta al mundo como Reina del hogar, que son los escudos de acero contra los que se hacen añicos los dardos lanzados contra ella de parte del libertinaje y del amor libre; esas modas que relajan en las niñas los sentimientos cristianos de honestidad, por las dimensiones diminutas del ropaje; hablo de esas modas, que alegan para su estrechez ridícula y escandalosa, la crisis económica del país: esas modas relajan las costumbres cristianas, paganizan a la mujer y a la joven católica, y provocan la cólera de Dios…”

“Tan mundana y libertina se vuelve la joven dada a esas modas obscenas, que no teme escandalizar a los adolescentes y niños, y haciendo gala de impudicias por las calles, plazas y parques de la ciudad, llega a ser cómplice de tantos pecados…”

“Pues bien, estos desafíos públicos a la moral cristiana, ya que no pueden calificarse de otro modo las modas obscenas y sus consecuencias, atraen sobre las sociedades, los castigos del cielo, en forma de diversos flagelos, pues la sanción divina no puede dejar de lanzarse, contra los transgresores de la Ley Cristiana; Las causas de las guerras del pueblo de Israel con las naciones colindantes de la Palestina, no fue otra que la relajación de costumbres entre los judíos, a pesar de las amonestaciones de los profetas. Los judíos, duros de cerviz y de corazón, no oyeron a los Profetas y las guerras cayeron sobre ellos. Guerras sangrientas, formidables, desoladoras. Así castigó Dios la relajación de costumbres en la Judea… ¿Porqué no podrá lanzar hoy, un castigo parecido, sobre nuestro país, nuestro Ecuador?”.

 “Cuando las tribulaciones de espíritu y los padeceres del cuerpo parecieren oprimir y hacer naufragar en ese mar sin fondo, una mirada a mi Sagrada Imagen será como la estrella del desamparado, pronta a escuchar sus gemidos y calmar sus llantos; Esta devoción será el pararrayo entre la Justicia Divina y el mundo prevaricador, para impedir que se descargue sobre esta tierra culpable el formidable castigo que merece.”*

Ciertamente las palabras del Padre Ayora sonarán fuertes para más de uno quién las leyere, esto no es sino fruto del laicismo imperante que deformó las fibras más auténticas del católico de hoy acostumbrado a escuchar tan sólo palabras de amor y candor, mal entendidos por cierto, privándolo de escuchar palabras que motiven una verdadera conversión y arreglo de vida.
                       
“Qué hay de mejor, acota el Dr. Plínio Corrêa de Oliveira, que se pueda mostrar a esta humanidad pecadora, a la cual, si no se le habla de Justicia de Dios, se embota cada vez más en el pecado, y si se habla de ella, desespera de la salvación? Mostremos la Justicia: es un deber cuya omisión ha producido los más lamentables frutos. Al lado de la Justicia que hiere a los impenitentes, nunca nos olvidemos sin embargo de la Misericordia, que ayuda al pecador seriamente arrepentido abandonar el pecado, y así, a salvarse”

Justamente mostrando la misericordia divina es que el Canónigo Ayora encierra una de sus más fogosas predicaciones luego de narrar las causas – aquí expuestas – sobre las verdaderas causas morales de los flagelos y castigos que Dios lanza sobre las naciones culpables:

“Quién nos puede librar de esa sanción divina, que a las veces se ostenta desgarradora, espantosa, sangrienta, irremediable…?“

“De esa sanción justiciera, sólo nos puede salvar María Santísima, las miradas de María, los ojos de María, vueltos hacia nosotros, llenos de misericordia para ver nuestras miserias y vueltos al cielo, derramando lágrimas para implorar perdón y olvido por nuestros crímenes y pecados: Illos tuos misericordes óculos ad nos converte: “vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”.

Y Nuestra Señora volvió sus ojos hacia nosotros…

El día domingo 27 de Julio de 1941, al día siguiente de haber terminado el triduo en su Honor, la Portentosa Imagen de Nuestra Señora de El Buen Suceso, colocada en el Altar principal de la Iglesia perteneciente al Convento de la Limpia e Inmaculada Concepción de Quito, parpadeaba milagrosamente delante de los fieles, allí apostados, y su rostro se iluminaba y mudaba de colores celestiales. Increíblemente, los constantes movimientos en los Ojos de la Imagen se extendieron hasta las tres de la madrugada del siguiente día.

El diario El Universo, en su edición del lunes 28 de julio de 1941 refería que en la tarde era tal el número de personas que pugnaban por ingresar a la iglesia en pos de querer presenciar el prodigioso hecho que fue necesaria la intervención militar pues se tornaba imposible lograr más cabida en el templo. Por la noche, incluso quisieron derrumbar la puerta en su afán de asistir al milagro.

La noticia se regó como pólvora. Todo el pueblo quiteño convergía en distintas horas en el Convento de las Madres Conceptas. Y la acción de Nuestra Señora en los corazones comenzaba a dar sus frutos en los más obstinados, entre estos, ateos e incluso masones. Una señora testigo del Milagroso portento, aseveró haber visto a la Sagrada Imagen a una distancia de dos metros en unión de su esposo, acotando que éste quién era militar y masón estuvo a punto de desmayarse, porque comprobó una cosa que él nunca había creído. Manifestó la señora que tuvo la dicha de asistir presencialmente al grandioso suceso que contribuyó a la conversión de su esposo quien al llegar a su casa le pidió que le acompañara a rezar, lo cual ambos hicieron de rodillas, jurando el militar conseguir que sus compañeros de la Logia se conviertan a la religión Católica. 




         Muy impresionante resulta el relato de una otra Señora, Isabel de Ramírez quien en compañía de tres familiares y su sirvienta llegaron por la noche a la Iglesia de la Concepción, atraídas por la novedad del suceso y colocándose muy cerca de la Sagrada Imagen experimentaron algo extraño."Una especie de neblina, relata doña Isabel, cubríale a la Imagen, neblina que poco a poco se iba extinguiendo, apareciendo entonces la Santísima Virgen rodeada de un resplandor, que se puede llamar sobrenatural. Su rostro hermosísimo y bañado de una iluminación nunca vista, mantenía los ojos muy abiertos y una mirada dirigida hacia el cielo, en actitud de súplica. Actitud fuera de lo normal, ya que la Imagen siempre ha conservado los párpados medio cerrados con la mirada hacia abajo..."


"Después de unos instantes de devota observación, noté Oh, asombro! que la niña de sus ojos junto con los párpados los colocaba en su natural posición. Este hecho se repitió una y otra vez, con intervalos de unos pocos minutos: Lo constaté. Igual milagro tuvo la dicha de presenciar toda mi familia"

Otro testigo, don Rafael Pérez, así testimoniaba: “Durante toda mi vida fui descreído. Los milagros de los Santos nunca los tuve por verídicos, y siempre he pensado que son invenciones de los curas para explotar el sentimiento religioso del pueblo sencillo y creyente. Más el domingo por la noche a eso de las ocho y media salí a darme vueltas cuando bajando por la calle Chile, vi un gentío enorme que me hizo suponer que se trataba de una nueva manifestación patriótica contra la invasión.

Llegué a dicha esquina cuando vi que el gentío se arremolinaba tratando de entrar en la Iglesia de la Concepción. Una señora me explicó que adentro la Imagen de la Virgen de El Buen Suceso estaba realizando un milagro. En mi afán de comprobar el hecho, ingresé en el templo abriéndome paso con dificultad y situándome lo más cerca de la imagen, experimenté una sorpresa sensacional. Observé que una y otra vez la Virgen alzaba los ojos al cielo y los bajaba. Me pareció simplemente una ilusión óptica y refregándome los ojos, los clavé nuevamente en los de la Virgen y después de una comprobación serena de una hora, quedé convencido de la veracidad de este grandioso suceso”. 

Es valioso anotarr que no sólo “los sencillos” asistieron al Milagro. Hubo también atestiguamientos de dignísimas y honorables familias de la sociedad quiteña, así como de canónigos, sacerdotes, carabineros y militares y que por motivos de espacio por ahora omitimos.




“Esta imagen veneranda - declaraba el Padre Ayora, Capellán de El Buen Suceso, poco tiempo después  del Milagro - hechura de los ángeles, abrió con avidez sus ojos, los esparció por los ámbitos de este templo, y los dejó ver, así notablemente abiertos, de varias personas. Yo también tuve esa dicha. Y al abrir sus virginales ojos, como para fijarse en Quito y la República entera, su rostro se ponía encantador y sonreído. Pudo vernos con miradas de amor, de ternura y compasión como moradores de esta república que fue la primera en consagrarse a Jesús. Mirándonos amenazados de un castigo pavoroso que en breve podía caer sobre nosotros, todo eso pudo significar ese abrir y cerrar  de los ojos de esta Sagrada Imagen”

Han transcurrido setenta y dos años del Milagro del 41, como se lo conoce desde entonces. Y las costumbres y el proceder del Ecuador y del mundo entero delante de Dios no hicieron sino empeorar, y terriblemente, evidenciando una decadencia mayor que aquella que precedió la caída del imperio romano. Concluiremos este artículo que dedicamos como tributo filial a la Estrella del mar proceloso de nuestras vidas, y como corolario, con las siguientes interrogantes y su consiguiente respuesta por parte del Dr. Plínio:

“¿No habrá entonces para la humanidad otro desenlace sino desaparecer en un diluvio de lodo y de fuego? No se podrá esperar para ella otro futuro en este siglo sino un ocaso ignominioso en que la impenitencia final será castigada por los flagelos supremos, prenunciados por la Escritura como indicios del fin del mundo?”

“Si Dios dejase actuar exclusivamente su Justicia, sin duda. Pero como Dios no es apenas justo, sino también misericordioso, no se cerró aún para nosotros la puerta de la salvación”.




Notas:

*: trechos de las Revelaciones de la Santísima Virgen de El Buen Suceso hechas a la Sierva de Dios, Rvda. Madre Mariana de Jesús Torres.

Los trechos del Padre Benjamín Ayora y Cueva, Canónigo Teologal de Loja, fueron tomados del Libro "Nuestra Señora de El Buen Suceso de Quito y el Conflicto Internacional con el Perú en 1941, de su autoría. Editorial Ecuatoriana, Quito, 1946-




Revelación del año 1628.- Nuestro Señor anuncia en Quito la expansión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús







Amemos al Sagrado Corazón de Jesús. Esforcémonos porque esta devoción triunfe auténticamente en todos los hogares, en todos los ambientes y sobre todo en todos los corazones. Sólo así conseguiremos reformar al hombre contemporáneo.

                                                         Plinio Corrêa de Oliveira





En Honor al Mes del Sagrado Corazón de Jesús ponemos a consideración de todos los devotos de la Santísima Virgen de El Buen Suceso un hecho extraordinario como todos los que circundan esta singular devoción.


Se trata de una visión que tuvo la Sierva de Dios Madre Mariana de Jesús Torres,  dos meses y medio antes de su partida al Cielo junto a Aquella que era la “Estrella de su mar proceloso”.


Podrá el lector aquí apreciar cómo esta premonición sería una Providencial clarinada anunciando que una devoción sin par prontamente sería dada a conocer a los hombres, esparciéndose a través de los siglos por todo el orbe católico. Devoción tan sublime a aquel “Corazón que tanto amó a los hombres, que no ahorró nada hasta agotarse y consumirse  y que no recibe en reconocimiento de la mayor parte de ellos sino ingratitud”


Consagración del Ecuador al Corazón de Jesús
Coronando de buena forma este artículo, al final del mismo publicamos el texto íntegro de la Consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, hecha por el mayor Estadista del Siglo XIX, unos de los Mártires de nuestro Continente y el más grande Presidente  ecuatoriano, don Gabriel García Moreno, el 25 de Marzo de 1874.







Visión en el día de los Difuntos




El 2 de Noviembre de 1634, la Madre Mariana rezaba desde muy temprano al Sagrado Corazón de su Divino Esposo, pidiendo por las santas almas que expiaban sus faltas en el purgatorio. Y con austera penitencia ansiaba lograr la introducción final en el Cielo de un número considerable de ellas, alargando sus oraciones hasta las tres de la madrugada.


Una hora después, a las cuatro, se iniciaba en el Convento el rezo del Oficio Parvo, en medio del cual y sin con esto motivar la más mínima distracción, Nuestro Señor le mostró las penas de las almas en el purgatorio, y sobre todo las de las almas religiosas, quienes padecían con mayor intensidad y profundidad, conforme la importancia de su vocación, pues  “a quien mucho se le da, mucho se le pedirá”.


Luego de recibir la Comunión,  la Madre Mariana pudo contemplar al Corazón de Jesús lleno de abundantes y pequeñas espinas que lo atormentaban cruelmente provocando al Redentor llantos, quejidos y suspiros de dolor inimaginables.


Esta dolorosa visión provocó en la Madre Mariana, quien temblaba de doloroso amor,  un impacto tal pues a su saber, las pequeñas y tan hirientes espinas que atravesaban el Corazón de Jesús diferían de las gruesas y largas puntas que los evangelios señalan al narrar la Coronación del Rex Judeorum.


La santa Fundadora del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Quito, que durante toda su vida había seguido con su propia cruz los pasos de la Pasión de Cristo, llevando tras de sí todos los dolores internos y externos, contemplaba ahora al Corazón de Jesús atormentado terriblemente. Se preguntaba ella si acaso no habían sido suficientes los padecimientos  que obraron la redención del mundo. Por esto, indagó de Nuestro Señor el significado de tales tormentosas aunque diminutas espinas, a lo que el Salvador le respondió en medio de un profundo suspiro:


 “¡Ay Esposa querida! Este Mi Corazón que ahora ves punzado de crueles y muy pequeñas espinas quedará oculto durante cierto tiempo para ser mostrado a los mortales después de algunos siglos”.


Nuestro Señor agregó que tal manifestación se haría por medio de un Alma religiosa en tiempos de extrema calamidad. La Madre Mariana pudo contemplar de quien se trataba así como la marcada soledad y los desprecios y persecuciones que en un futuro dicha alma recibiría de las autoridades tanto fuera como dentro de su convento.


“Las pequeñas espinas – continuaba Nuestro Señor – significan las faltas graves y leves de las Almas Religiosas, quienes tras ser favorecidas con una lluvia de Gracias, optan por la indiferencia. Acusando incluso  de cruel a la Providencia Divina, abandonándome y dejándome solo. Decaerá su espíritu como una flor marchita, clavándome con este ingrato proceder las pequeñas espinas que punzan tan cruelmente mi Corazón”.




Extinción de la fe en el siglo XX




Luego, el Corazón de Jesús  revelaría la grave indiferencia religiosa que asola nuestros días así como la falta de entrega de todos quienes en menor o mayor medida son llamados a reencender la luz de la fe, hoy ya casi apagada :


“Habrá tiempos en que la teoría será moneda corriente en sabios e ignorantes, en Almas Religiosas y aun en gente común. Se escribirán muchos libros, pero la práctica de la virtud apenas se encontrará en contadas almas, siendo esta la causa de escasear los santos. Precisamente por esto, caerán dichas almas en una indiferencia fatal, cuyo hielo apagará el fuego del Amor Divino, punzando mi Corazón con estas espinas que ves”


“Ay, si supieras, si te fuera dado comprender el sufrimiento que me acompañó desde la Encarnación en el Seno de mi Madre Virgen, sufrimiento motivado por la falta de  correspondencia al diluvio de Gracias que anega a las Almas Religiosas”


“Has de saber que la Justicia Divina suele descargar terribles castigos a naciones enteras, no tanto por los pecados del pueblo, tanto por los de las personas entregadas a la Religión, porque estas son llamadas a ser Maestros de la Verdad y pararrayos de la Ira Divina”


Al finalizar la visión, la Madre Mariana parecía transformada en una nueva criatura, en un Ángel, en un Serafín, y transmitió de inmediato, como dardos encendidos, las palabras lastimeras del Corazón de Jesús a las demás religiosas, quienes alcanzaron tal unión espiritual que el  Convento inundándose de un inmenso amor a Dios llegó a parecer una antesala del Cielo. Esta unión para con Dios Nuestro Señor, con toda certeza alejaría muchos castigos de la ingrata y culpable, entonces colonia.




Consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús


"Este es, Señor, vuestro pueblo. Siempre, Jesús mío, os reconocerá por su Dios. No volverá sus ojos a otra estrella que a esa de Amor y de Misericordia que brilla en medio de vuestro pecho, santuario de la Divinidad, arca de vuestro Corazón.


Mirad Dios nuestro: gentes y naciones poderosas traspasan con muy agudos dardos el dulcísimo seno de vuestra Misericordia. Nuestros enemigos insultan nuestra Fe, y se burlan de nuestra esperanza, porque las hemos puesto en Vos.


Y, sin embargo, este vuestro Pueblo, su jefe, sus Legisladores, sus Pontífices, consuelan a vuestro Vicario, enjugan las lágrimas de la Iglesia; y confundiendo la impiedad y apostasía del mundo, corren a perderse en el océano de Amor y Caridad que les descubre vuestro suavísimo Corazón. 



Cuadro Original, delante del cual se realizó la Consagración del Ecuador. Basílica del Voto Nacional

Sea, pues, Dios nuestro, sea vuestro Corazón el faro luminoso de nuestra Fe, el áncora segura de nuestra esperanza, el emblema de nuestras banderas, el escudo impenetrable de nuestra flaqueza, la aurora de una paz imperturbable, el vínculo estrecho de una concordia santa, la nube que fecunde nuestros campos, el sol que alumbre nuestros horizontes, la vena en fin riquísima de la prosperidad y abundancia que necesitamos para levantar templos y altares donde brille, con eternos y pacíficos resplandores, su santa y magnífica gloria.


Y pues nos consagramos y entregamos sin reservas a vuestro divino Corazón, multiplicad sin fin los años de nuestra paz religiosa; desterrad de los confines de la Patria la impiedad y corrupción, la calamidad y la miseria. 


Dicte nuestras leyes vuestra Fe; gobierne nuestros tribunales vuestra justicia; sostengan y dirijan a nuestros jefes vuestra clemencia y fortaleza; perfeccione a nuestros Sacerdotes vuestra sabiduría, santidad y celo; convierta a todos los hijos del Ecuador vuestra Gracia, y corónelos en la Eternidad vuestra Gloria: para que todos los pueblos y naciones de la tierra contemplando, con santa envidia, la verdadera dicha y ventura del nuestro, se acojan a su vez a vuestro amante Corazón, y duerman el sueño tranquilo de la paz que ofrece al mundo esa Fuente pura y Símbolo perfecto de amor y caridad. Amén". (Oración escrita por el Padre Manuel José Proaño, S. J., coordinador general de la preparación del pueblo ecuatoriano para su consagración al Sagrado Corazón de Jesús el 25 de Marzo de 1874).

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús y la Contra-Revolución








            La devoción al Sagrado Corazón de Jesús se encuentra en la raíz de todos los movimientos contra-revolucionarios (*) mayores o menores, más conocidos o menos, que surgieron a partir del momento en que Santa Margarita María recibió esa revelación en el siglo XVII. Ella recibió la incumbencia de, en nombre del Sagrado Corazón de Jesús, pedir al rey Luis XIV, que consagrase Francia al Sagrado Corazón y que pusiese en las armas de Francia el Corazón de Jesús.


Luis XIV
          Con esa incumbencia se prometía al rey que desde que él se resolviese a atacar a los enemigos de la Iglesia, el Corazón de Jesús lo ampararía, conduciría su reinado a una gran gloria, etc., etc. [cfr. Marguerite-Marie Alacoque, Vie et oeuvres, Saint Paul, Paris-Fribourg, 1990, t. II, pp. 335-337, 343-344, 435-436].


          Lo que el Sagrado Corazón de Jesús estaba esperando de Luis XIV es que éste cambie la orientación que tenía y se pusiese a la cabeza de la Contra-Revolución. Una vez que hiciese eso, habría para él un reinado de gloria y habría para Francia un verdadero apogeo, pero un apogeo católico. Es evidente que en ese caso, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se habría extendido por el mundo entero; habría habido, en Francia, clima para la predicación de San Luis Grignion de Montfort y para que también se generalizasen por el mundo entero ―San Luis Grignion de Montfort también vivió en el tiempo de Luis XIV― y se habría conseguido evitar la Revolución Francesa. Mediante ese pedido hecho al rey, la Revolución, en la forma que tenía al tiempo de Santa Margarita María, se habría estancado; la forma pésima que tomó después y que fue la Revolución Francesa, se habría evitado.



Jean Chouan
      Por lo tanto, esta devoción, luego en su primer movimiento, en su primera indicación de parte del Sagrado Corazón, tiene un sentido nítidamente contra-revolucionario,

      Varios movimientos contra-revolucionarios que se desarrollaron en los siglos XVIII y XIX tenían ligación con el Sagrado Corazón. Los “chouans” por ejemplo, llevaban el Sagrado Corazón de Jesús en el distintivo, y esa devoción ha sido, invariablemente, preconizada por los buenos, ha inspirado a los buenos y ha sido para ellos una causa de aliento, en cuanto ha sido detestada por los malos.



¿Qué dicen los malos contra la devoción al Sagrado Corazón de Jesús?  


         En primer lugar una cosa que piensan ser un argumento decisivo: “¿Por qué adorar al Corazón de Jesús? ¿No podríamos hacer una linda devoción a las sagradas manos de Jesús? ¿A los sagrados ojos de Jesús? Entonces descomponemos blasfemamente a Jesús y vamos a hacer una adoración a cada parte del cuerpo. Entonces, hacemos una adoración a las orejas, que oyen todas las súplicas del hombre, a la boca, que habló, a las manos que bendijeron. Entonces, no vale la pena hacer esa devoción”.

  
“Después, dicen ellos, es una devoción sentimental. El corazón es el emblema del sentimiento para el sentimentalismo. Por lo tanto es una devoción sentimental sin contenido teológico y no debe ser admitida”.

En realidad, la Santa Sede, varias veces, por medio de documentos pontificios solemnes, sustanciosos, magníficos, recomendó esa devoción (por ejemplo la encíclica Inscrutabile divinae sapientiae del Papa Pío VI, en 1775); cubrió de indulgencias la devoción de los primeros viernes, vinculadas a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Ella aprobó y estimuló la construcción de iglesias, altares e imágenes en alabanza del Sagrado Corazón.

La Iglesia ha aprobado esa devoción de modo superabundante y tiene todo para merecer nuestra confianza. Por otra parte, ese argumento de que no se puede tener una devoción a cada parte del sacratísimo cuerpo de Nuestro Señor, no tiene sentido ninguno. De hecho, privadamente hablando, podemos adorar a Nuestro Señor en sus manos santísimas, podemos y debemos adorarlo en sus ojos infinitamente expresivos, significativos, regios, doctorales y salvadores. Pensar que con una sola mirada regeneró a San Pedro, y adorar a Nuestro Señor inclusive en sus ojos divinos, evidentemente es una cosa que se puede hacer.

Apenas que la Iglesia, que tiene mucho el sentido del ridículo, y que comprende que el ridículo queda a un paso de los sublime, comprende que los espíritus vulgares tendrían facilidad en poner sarcasmo contra una cosa que así desmembrada realmente choca un poco a la sensibilidad humana, pero que nada tiene de contrario al raciocinio y que puede hacerse hasta muy adecuadamente. Por ejemplo, se cuenta de las piedras de la vía sacra ―sobre todo de una― en el camino de Nuestro Señor, que tendría la marca de sus pies divinos. Al adorar sus pies divinos en cuanto pisaron la tierra para enseñar, en cuanto se cubrieron del polvo de los caminos para enseñar y salvaY hasta es un lindo modo para que adoremos a Nuestro Señor Jesucristo que nos unamos a las disposiciones y meditaciones de Nuestra Señora, en la ocasión en que Nuestro Señor fue descendido de la cruz, cuando Ella tuvo su cuerpo sacratísimo en sus brazos, exangüe. Ella contempló cada parte de ese cuerpo golpeado con un dolor, con una profundidad de conceptos, de amor, de veneración, de respeto, de cariño. Ella consideró cada una de esas partes; adoró, ciertamente, cada una de esas partes en su significación y su función especifica; midió la ofensa hecha a la divinidad en haber flagelado aquella parte y con eso ―al final de cuentas― Ella practicó esa devoción.r, para combatir el mal, adorar esos pies en cuanto sirvieron para cargar la cruz, en cuanto se llenaron de sangre para nuestra redención, en cuanto soportaron los clavos de la Pasión, es perfectamente verdadero, legítimo, necesario.




   Y hasta es un lindo modo para que adoremos a Nuestro Señor Jesucristo, para unirnos a las disposiciones y meditaciones de Nuestra Señora, en la ocasión en que Nuestro Señor fue descendido de la cruz, cuando Ella tuvo su cuerpo sacratísimo en sus brazos, exangüe. Y contempló cada parte de ese cuerpo golpeado con un dolor, con una profundidad de conceptos, de amor, de veneración, de respeto, de cariño. Ella consideró cada una de esas partes; adoró, ciertamente, cada una de esas partes en su significación y su función especifica; midió la ofensa hecha a la divinidad en haber flagelado aquella parte y con eso ―al final de cuentas― Ella practicó esa devoción.

Por lo tanto, es apenas una cuestión de conveniencia, una cuestión de sentido de las apariencias, sentido de las proporciones, si osase expresarse así, que hace que la Iglesia no promueva la adoración de cada una de las partes del cuerpo de Nuestro Señor.



Aparición del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Ma.Alacoque
¿Qué es, propiamente, la devoción al Sagrado Corazón?  

 Es la devoción al órgano de Nuestro Señor, que es el Corazón. Pero en la Escritura, el corazón no tiene el significado sentimental que tomó más o menos a finales del siglo XVIII, y con certeza en el siglo XIX; no expresa el sentimiento. Cuando la Escritura dice: “A ti te di mi corazón: yo te buscaré”, el corazón ahí es la voluntad humana, es el propósito humano, es propiamente, la santidad humana. Ahí cuando Nuestro Señor dice eso, dice: “en mi voluntad santísima, Yo quiero”. El Evangelio dice: “Nuestra Señora guardaba todas esas cosas en su corazón y las meditaba”. Los Sres. perciben que no es el corazón sentimental, sino la voluntad de Ella, el alma de Ella que guardaba aquellas cosas y pensaba sobre ellas. El corazón es la voluntad de la persona, su elemento dinámico que considera y pondera las cosas. El Sagrado Corazón de Jesús es la consideración de eso en Nuestro Señor, simbolizado por el corazón, porque todos los movimientos de la voluntad del hombre pueden tener en el corazón una repercusión. En ese sentido, entonces, es el órgano adecuado para expresar eso. Y es en ese sentido, entonces, que se adora al Santísimo Corazón de Jesús.

Por correlación, por conexión, existe la devoción inmensamente significativa del Inmaculado Corazón de María. El Inmaculado Corazón de María es un sagrario dentro del cual encontramos al Sagrado Corazón de Jesús.

Nuestro Señor prometió un caudal de gracias a quien practicare la devoción al Corazón de Jesús, con promesas extraordinarias a quien hiciere la práctica de los nueve primeros viernes (VER AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO). Lo más notable de esas promesas es que las almas no morirán sin tener la gracia especial de arrepentirse antes. No quiere decir que ellas ciertamente irán para el cielo. Quiere decir que tendrán una gran gracia antes de morir; no quiere decir que van percibir que van a morir, sino que en el momento relacionado con la muerte, ellas tendrán una gran gracia, tan grande que se pueden tener de su salvación todas las esperanzas. 

Empeño de la Iglesia en que esta devoción sea conocida 


    Vemos entonces cuánto empeño hay en la Iglesia en que esa devoción sea conocida, sea apreciada, sea medida con la razón, porque devoción sentimental no tiene sentido. Devoción varonil es la que procura conocer la razón de ser de la cosa y ama aquello por su razón de ser; así es que un hombre y una mujer fuerte piensas a respecto de las cosas de piedad. Entonces pensar en eso significa que dirijamos nuestra alma al Corazón de Jesús como fuente de gracias, calculadas para la época de Revolución, calculada para las épocas difíciles que deberían venir y pedir que el Corazón de Jesús, regenerador por la sangre y por el agua que de Él salió, nos lave. Esto es propiamente la oración magnifica que se debe considerar en los viernes y, sobre todo, en el primer viernes del mes, y en el Viernes de la Pasión.


Termino insistiendo en este punto. Aquel centurión que perforó un una lanza el Corazón de Jesús, al practicar ese acto de violencia contra ese verdadero sagrario que era el Corazón Sagrado de Jesús, salieron del costado de Nuestro Señor sangre y agua, una parte cayó en sus ojos, y él inmediatamente se curó y recuperó la vista. Para nosotros eso es altamente elocuente.


Quiere decir que quien tiene devoción al Sagrado Corazón de Jesús puede pedir una gracia igual, no para la vista física, sino para la vista mental, y por tanto, si queremos tener el sentido católico y de la Contra-Revolución, si queremos tener la percepción de cómo la Revolución y la Contra-Revolución trabajan en torno de nosotros, si queremos tener el sentido para distinguir en nosotros lo que es revolucionario y contrarrevolucionario, si queremos tener conocimiento de nuestros defectos, si queremos tener conocimiento de las almas de los otros para hacer bien a los otros, si queremos tener un buen discernimiento para los estudios, si queremos tener la distancia psíquica para tener equilibrio mental y nervioso y para curarnos ―cuanto sea posible― de las perezas de todo orden, podemos y debemos recurrir al Sagrado Corazón de Jesús que, con una gracia brotada de Él ―como el agua que curó al centurión― pueda eliminar la ceguera de nuestras almas, porque estamos llenos de cegueras de todos los grados y tipos.

Pidamos al Sagrado Corazón de Jesús, por intermedio del Corazón Inmaculado de María ―porque sólo así, por intermedio de Nuestra Señora es que se obtiene de Él las gracias que nos curen de esa múltiple ceguera―, y habremos hecho un esplendido pedido y estaremos camino de conseguir una gracia magnífica.   


(Hasta aquí, extractos de una conferencia dictada por el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira el 4 de Marzo de 1965, en la ciudad de Sao Paulo, Brasil)

* El término Revolución mencionado en éste como en otros artículos de este blog, se refiere al utilizado por el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira en su libro Revolución y Contra - Revolución. Exposición de carácter histórico, filosófico y sociológico de la crisis de Occidente, desde el Humanismo, el Renacimiento y el Protestantismo hasta nuestros días. (São Paulo, 1959)

Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús 
 
Nuestro Señor prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos, le concederá lo siguiente: 
Les daré todas las gracias necesarias en su estado de vida. 
Estableceré la paz en sus hogares. 
Los consolaré en todas sus aflicciones. 
Seré su refugio en su vida y sobre todo en la muerte. 
Bendeciré grandemente todas sus empresas. 
Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de misericordia. 
Las almas tibias crecerán en fervor. 
Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección. 
Bendeciré el hogar o sitio donde esté expuesto Mi Corazón y sea honrado. 
Daré a los sacerdotes el don de tocar a los corazones más empedernidos. 
Los que propaguen esta devoción, tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y de El, nunca serán borrados. 
Nueve primeros viernes: Yo les prometo, en el exceso de la infinita misericordia de mi Corazón, que Mi amor todopoderoso le concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; no morirán, en desgracia ni sin recibir los sacramentos. Mi divino Corazón será su refugio seguro en este último momento.
Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros tu Reino !!!