La devoción al Sagrado Corazón de Jesús se encuentra en la raíz de todos los movimientos contra-revolucionarios (*) mayores o menores, más conocidos o menos, que surgieron a partir del momento en que Santa Margarita María recibió esa revelación en el siglo XVII. Ella recibió la incumbencia de, en nombre del Sagrado Corazón de Jesús, pedir al rey Luis XIV, que consagrase Francia al Sagrado Corazón y que pusiese en las armas de Francia el Corazón de Jesús.
Luis XIV |
Lo que el Sagrado Corazón de Jesús estaba esperando de Luis XIV es que éste cambie la orientación que tenía y se pusiese a la cabeza de la Contra-Revolución. Una vez que hiciese eso, habría para él un reinado de gloria y habría para Francia un verdadero apogeo, pero un apogeo católico. Es evidente que en ese caso, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se habría extendido por el mundo entero; habría habido, en Francia, clima para la predicación de San Luis Grignion de Montfort y para que también se generalizasen por el mundo entero ―San Luis Grignion de Montfort también vivió en el tiempo de Luis XIV― y se habría conseguido evitar la Revolución Francesa. Mediante ese pedido hecho al rey, la Revolución, en la forma que tenía al tiempo de Santa Margarita María, se habría estancado; la forma pésima que tomó después y que fue la Revolución Francesa, se habría evitado.
Jean Chouan |
Varios movimientos contra-revolucionarios que se desarrollaron en los siglos XVIII y XIX tenían ligación con el Sagrado Corazón. Los “chouans” por ejemplo, llevaban el Sagrado Corazón de Jesús en el distintivo, y esa devoción ha sido, invariablemente, preconizada por los buenos, ha inspirado a los buenos y ha sido para ellos una causa de aliento, en cuanto ha sido detestada por los malos.
¿Qué dicen los malos contra la devoción al Sagrado Corazón de Jesús?
En primer lugar una cosa que piensan ser un argumento decisivo: “¿Por qué adorar al Corazón de Jesús? ¿No podríamos hacer una linda devoción a las sagradas manos de Jesús? ¿A los sagrados ojos de Jesús? Entonces descomponemos blasfemamente a Jesús y vamos a hacer una adoración a cada parte del cuerpo. Entonces, hacemos una adoración a las orejas, que oyen todas las súplicas del hombre, a la boca, que habló, a las manos que bendijeron. Entonces, no vale la pena hacer esa devoción”.
“Después,
dicen ellos, es una devoción sentimental. El corazón es el emblema del
sentimiento para el sentimentalismo. Por lo tanto es una devoción sentimental
sin contenido teológico y no debe ser admitida”.
En
realidad, la Santa Sede, varias veces, por medio de documentos pontificios
solemnes, sustanciosos, magníficos, recomendó esa devoción (por ejemplo la
encíclica Inscrutabile
divinae sapientiae del Papa Pío VI, en
1775); cubrió de indulgencias la devoción de los primeros viernes, vinculadas a
la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Ella aprobó y estimuló la construcción
de iglesias, altares e imágenes en alabanza del Sagrado Corazón.
La Iglesia ha aprobado esa devoción de modo superabundante y tiene
todo para merecer nuestra confianza. Por otra parte, ese argumento de que no se
puede tener una devoción a cada parte del sacratísimo cuerpo de Nuestro Señor,
no tiene sentido ninguno. De hecho, privadamente hablando, podemos adorar a Nuestro Señor en sus manos santísimas, podemos y debemos adorarlo en sus ojos
infinitamente expresivos, significativos, regios, doctorales y salvadores.
Pensar que con una sola mirada regeneró a San Pedro, y adorar a Nuestro Señor inclusive
en sus ojos divinos, evidentemente es una cosa que se puede hacer.
Apenas que la Iglesia, que tiene mucho el sentido del ridículo, y que comprende que el ridículo queda a un paso de los sublime, comprende que los espíritus vulgares tendrían facilidad en poner sarcasmo contra una cosa que así desmembrada realmente choca un poco a la sensibilidad humana, pero que nada tiene de contrario al raciocinio y que puede hacerse hasta muy adecuadamente. Por ejemplo, se cuenta de las piedras de la vía sacra ―sobre todo de una― en el camino de Nuestro Señor, que tendría la marca de sus pies divinos. Al adorar sus pies divinos en cuanto pisaron la tierra para enseñar, en cuanto se cubrieron del polvo de los caminos para enseñar y salvaY hasta es un lindo modo para que adoremos a Nuestro Señor Jesucristo que nos unamos a las disposiciones y meditaciones de Nuestra Señora, en la ocasión en que Nuestro Señor fue descendido de la cruz, cuando Ella tuvo su cuerpo sacratísimo en sus brazos, exangüe. Ella contempló cada parte de ese cuerpo golpeado con un dolor, con una profundidad de conceptos, de amor, de veneración, de respeto, de cariño. Ella consideró cada una de esas partes; adoró, ciertamente, cada una de esas partes en su significación y su función especifica; midió la ofensa hecha a la divinidad en haber flagelado aquella parte y con eso ―al final de cuentas― Ella practicó esa devoción.r, para combatir el mal, adorar esos pies en cuanto sirvieron para cargar la cruz, en cuanto se llenaron de sangre para nuestra redención, en cuanto soportaron los clavos de la Pasión, es perfectamente verdadero, legítimo, necesario.
Apenas que la Iglesia, que tiene mucho el sentido del ridículo, y que comprende que el ridículo queda a un paso de los sublime, comprende que los espíritus vulgares tendrían facilidad en poner sarcasmo contra una cosa que así desmembrada realmente choca un poco a la sensibilidad humana, pero que nada tiene de contrario al raciocinio y que puede hacerse hasta muy adecuadamente. Por ejemplo, se cuenta de las piedras de la vía sacra ―sobre todo de una― en el camino de Nuestro Señor, que tendría la marca de sus pies divinos. Al adorar sus pies divinos en cuanto pisaron la tierra para enseñar, en cuanto se cubrieron del polvo de los caminos para enseñar y salvaY hasta es un lindo modo para que adoremos a Nuestro Señor Jesucristo que nos unamos a las disposiciones y meditaciones de Nuestra Señora, en la ocasión en que Nuestro Señor fue descendido de la cruz, cuando Ella tuvo su cuerpo sacratísimo en sus brazos, exangüe. Ella contempló cada parte de ese cuerpo golpeado con un dolor, con una profundidad de conceptos, de amor, de veneración, de respeto, de cariño. Ella consideró cada una de esas partes; adoró, ciertamente, cada una de esas partes en su significación y su función especifica; midió la ofensa hecha a la divinidad en haber flagelado aquella parte y con eso ―al final de cuentas― Ella practicó esa devoción.r, para combatir el mal, adorar esos pies en cuanto sirvieron para cargar la cruz, en cuanto se llenaron de sangre para nuestra redención, en cuanto soportaron los clavos de la Pasión, es perfectamente verdadero, legítimo, necesario.
Y hasta es un lindo modo para que adoremos a Nuestro Señor
Jesucristo, para unirnos a las disposiciones y meditaciones de Nuestra Señora,
en la ocasión en que Nuestro Señor fue descendido de la cruz, cuando Ella tuvo
su cuerpo sacratísimo en sus brazos, exangüe. Y contempló cada parte de ese
cuerpo golpeado con un dolor, con una profundidad de conceptos, de amor, de
veneración, de respeto, de cariño. Ella consideró cada una de esas partes;
adoró, ciertamente, cada una de esas partes en su significación y su función
especifica; midió la ofensa hecha a la divinidad en haber flagelado aquella
parte y con eso ―al final de cuentas― Ella practicó esa devoción.
Por lo tanto, es apenas una cuestión de conveniencia, una cuestión
de sentido de las apariencias, sentido de las proporciones, si osase expresarse
así, que hace que la Iglesia no promueva la adoración de cada una de las partes
del cuerpo de Nuestro Señor.
¿Qué es, propiamente, la devoción al Sagrado Corazón?
Es la
devoción al órgano de Nuestro Señor, que es el Corazón. Pero en la Escritura,
el corazón no tiene el significado sentimental que tomó más o menos a finales
del siglo XVIII, y con certeza en el siglo XIX; no expresa el sentimiento.
Cuando la Escritura dice: “A ti te di mi corazón: yo te buscaré”, el corazón
ahí es la voluntad humana, es el propósito humano, es propiamente, la santidad
humana. Ahí cuando Nuestro Señor dice eso, dice: “en mi voluntad santísima, Yo
quiero”. El Evangelio dice: “Nuestra Señora guardaba todas esas cosas en su
corazón y las meditaba”. Los Sres. perciben que no es el corazón sentimental,
sino la voluntad de Ella, el alma de Ella que guardaba aquellas cosas y pensaba
sobre ellas. El corazón es la voluntad de la persona, su elemento dinámico que
considera y pondera las cosas. El Sagrado Corazón de Jesús es la consideración
de eso en Nuestro Señor, simbolizado por el corazón, porque todos los
movimientos de la voluntad del hombre pueden tener en el corazón una repercusión.
En ese sentido, entonces, es el órgano adecuado para expresar eso. Y es en ese
sentido, entonces, que se adora al Santísimo Corazón de Jesús.
Por correlación, por conexión, existe la devoción inmensamente
significativa del Inmaculado Corazón de María. El Inmaculado Corazón de María
es un sagrario dentro del cual encontramos al Sagrado Corazón de Jesús.
Nuestro Señor prometió
un caudal de gracias a quien practicare la devoción al Corazón de Jesús, con promesas extraordinarias a
quien hiciere la práctica de los nueve primeros viernes (VER AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO). Lo más notable de esas promesas es que las almas no morirán sin tener la gracia especial
de arrepentirse antes. No quiere decir que ellas ciertamente irán para el
cielo. Quiere decir que tendrán una gran gracia antes de morir; no quiere decir
que van percibir que van a morir, sino que en el momento relacionado con la
muerte, ellas tendrán una gran gracia, tan grande que se pueden tener de su salvación
todas las esperanzas.
Empeño de la Iglesia en que esta devoción sea conocida
Vemos entonces cuánto empeño hay en la Iglesia en que esa devoción sea conocida, sea apreciada, sea medida con la razón, porque devoción sentimental no tiene sentido. Devoción varonil es la que procura conocer la razón de ser de la cosa y ama aquello por su razón de ser; así es que un hombre y una mujer fuerte piensas a respecto de las cosas de piedad. Entonces pensar en eso significa que dirijamos nuestra alma al Corazón de Jesús como fuente de gracias, calculadas para la época de Revolución, calculada para las épocas difíciles que deberían venir y pedir que el Corazón de Jesús, regenerador por la sangre y por el agua que de Él salió, nos lave. Esto es propiamente la oración magnifica que se debe considerar en los viernes y, sobre todo, en el primer viernes del mes, y en el Viernes de la Pasión.
Termino insistiendo en este punto. Aquel
centurión que perforó un una lanza el Corazón de Jesús, al practicar ese acto
de violencia contra ese verdadero sagrario que era el Corazón Sagrado de Jesús,
salieron del costado de Nuestro Señor sangre y agua, una parte cayó en sus
ojos, y él inmediatamente se curó y recuperó la vista. Para nosotros eso es
altamente elocuente.
Quiere decir que quien tiene devoción al Sagrado Corazón de Jesús puede
pedir una gracia igual, no para la vista física, sino para la vista mental, y por tanto, si queremos tener el
sentido católico y de la Contra-Revolución, si queremos tener la percepción de
cómo la Revolución y la Contra-Revolución trabajan en torno de nosotros, si
queremos tener el sentido para distinguir en nosotros lo que es revolucionario
y contrarrevolucionario, si queremos tener conocimiento de nuestros defectos,
si queremos tener conocimiento de las almas de los otros para hacer bien a los
otros, si queremos tener un buen discernimiento para los estudios, si queremos
tener la distancia psíquica para tener equilibrio mental y nervioso y para
curarnos ―cuanto sea posible― de las perezas de todo orden, podemos y debemos
recurrir al Sagrado Corazón de Jesús que, con una gracia brotada de Él ―como el
agua que curó al centurión― pueda eliminar la ceguera de nuestras almas, porque
estamos llenos de cegueras de todos los grados y tipos.
Pidamos al Sagrado Corazón de Jesús, por intermedio del Corazón
Inmaculado de María ―porque sólo así, por intermedio de Nuestra Señora es que
se obtiene de Él las gracias que nos curen de esa múltiple ceguera―, y habremos
hecho un esplendido pedido y estaremos camino de conseguir una gracia magnífica.
(Hasta aquí, extractos de una conferencia dictada por el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira el 4 de Marzo de 1965, en la ciudad de Sao Paulo, Brasil)
(Hasta aquí, extractos de una conferencia dictada por el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira el 4 de Marzo de 1965, en la ciudad de Sao Paulo, Brasil)
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El término Revolución mencionado en éste como en otros artículos de este blog, se refiere al utilizado por el
Profesor Plinio Corrêa de Oliveira en su libro Revolución y Contra - Revolución. Exposición de carácter histórico, filosófico y sociológico
de la crisis de Occidente, desde el Humanismo, el Renacimiento y el
Protestantismo hasta nuestros días. (São Paulo, 1959)
Hola, buenos dias! Yo siempre recibo sus mail electronicos y por curiosidad escoji leer este dia en English para ver como salia. Me da verguenza en decir que muchas cosas no estan bien. Yo vivido toda mi vida en los Estados unidos y English es mi lengua principal. Comarando el Español con el Engles el mensaje no sale igual. Podrian consegir que alguna persona que sepa mejor lo haga y no dejen que lo haga la traducera electronica?
ResponderEliminarMuchas gracias, yo soy una gran devota de Maria del Buen Suceso. :-)
Adorado sea el sagrado corazón de nuestro señor Jesucristo, verdadera puerta del paraiso. Un cordial saludo.
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