Rosario de la Aurora, 2 de Febrero del 2012
“Soy Madre de las Misericordias y hay en mí bondad y amor”, en estas palabras de Nuestra Señora de El Buen Suceso se exprime toda la esperanza para el mundo actual. María Santísima, es la abogada de los pecadores. Y nadie ignora que no es función del abogado otra cosa sino defender al reo. Así, decir que Nuestra Señora de El Buen Suceso es nuestra abogada implica en decir que tenemos en el Cielo una abogada y que es también Reina omnipotente, en cuyas manos se encuentran las llaves de un océano infinito de misericordia.
En la disyuntiva actual se hace necesario creer en lo que la Virgen nos dice en sus Revelaciones. En su conjunto, las apariciones de Nuestra Señora de El Buen Suceso de un lado, nos instruyen sobre la terrible gravedad de la situación mundial y sobre las verdaderas causas de nuestros males. Y de otro lado, nos enseñan los instrumentos por medio de los cuales debemos obviar los castigos terrenos y eternos que nos amenazan. Y en ellas María Santísima deja muy claro que para evitar los castigos, es necesario que los hombres se conviertan. Y para que se conviertan, es necesario que los buenos oren ardientemente por los pecadores y ofrezcan a Dios toda clase de sacrificios expiatorios. Pero para reducir los efectos de los males actuales, además de la oración y la reparación, es necesario un tercer punto, la enmienda de vida.
El Rosario de la Aurora en honor de Nuestra Señora de El Buen Suceso, celebrado en Quito, el día 2 de febrero del 2012 fue una muestra de fe y esperanza, en que la Reina del Cielo y de la tierra derramó sobre las almas, gracias insignes acordes a las necesidades presentes. Sin importar la hora en que se dio inicio – 5 de la mañana –, llegando de las más variadas distancias, muchos sin contar con transportación propia, desafiando al frío de la serranía generalmente más intenso al amanecer, contrarrestando ciertamente el sueño, interrumpido a primeras horas de la madrugada, miles de personas dieron así inicio a la Procesión solemne que recorrió las calles principales del centro de la capital ecuatoriana.
Diario El Comercio, Quito, 3 de Febrero/2012 |
Horas después, eran varios los que comentaban que un suave perfume se percibía luego de la Procesión. Ciertamente, era el perfume de la oración y del sacrificio que dejó su huella, pero sobretodo era el delicado aroma de la esperanza puesta por los devotos en la Santísima Virgen de El Buen Suceso.
LOS NOMBRES DE LOS DEVOTOS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN HAN SIDO COLOCADOS A LOS PIES DE LA MILAGROSA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE EL BUEN SUCESO
Esta esperanza de todos quienes asistieron al Rosario de la Aurora no podía quedar en el aire. Desde hace pocos años ha sido necesario plasmar en un papel todos los pedidos que Nuestra Señora de El Buen Suceso recibe de sus devotos. Un hecho convertido en poco tiempo en una tradición.
Así, millares de intenciones, ya desde los días previos al 2 de febrero, fueron colocadas por los fieles en varias urnas dispuestas tanto dentro como fuera del templo de la Concepción. Peticiones tanto en el orden espiritual como material, llegadas incluso desde otros puntos del país como fuera del mismo, y que tras una breve pero muy bendecida ceremonia, fueron puestas el día 5 de Febrero del 2012 bajo el Manto de la Imagen Milagrosa de Nuestra Señora de El Buen Suceso, en su Trono Abacial ubicado en el Coro alto del Monasterio de las Madres Conceptas. Tales intenciones reposarán un año a los Sagrados Pies de la Bendita Imagen, esto es hasta la próxima fiesta de la Candelaria, el 2 de Febrero del 2013.
MARIA SANTÍSIMA DE EL BUEN SUCESO ES NUESTRA ESPERANZA
Podrán sobrevenir las más duras pruebas, los reveses más difíciles, situaciones que pongan en riesgo la perseverancia en la fe y en la práctica de los mandamientos, incluso embargarnos el dolor de ofender gravemente a Dios, sin embargo Nuestra Señora nos convida a cada instante a confiar extremadamente en Ella, pues sin la esperanza en Ella todo está perdido. “En estos aciagos tiempos” previstos por la Santísima Virgen a la Madre Mariana de Jesús Torres, hagamos nuestra, la confianza sin par de San Bernardo de Claraval, autor de la Salve Regina, oración de la cual hemos tomado el título del presente artículo. Confiemos y esperemos en la Madre de Dios tal como lo hiciera el insigne doctor melifluo en su plegaria, ¡Oh Dulce Virgen María!:
¡Dulce Virgen María de El Buen Suceso!, nuestra augusta soberana, nuestra amable Señora, nuestra bondadosísima y amantísima Madre, Dulce Virgen María! Hemos puesto en Vos toda nuestra confianza y no seremos confundidos, Os rogamos que nunca nos desampares y recuerdes que nuestros nombre están a Vuestros pies.
¡Dulce Virgen María de El Buen Suceso!: que entre los hijos de los hombres los unos busquen la felicidad en sus riquezas; que otros la busquen en sus talentos; que otros se apoyen en la inocencia de su vida o en el rigor de su penitencia o en el fervor de sus oraciones o en el gran número de sus buenas obras. Pero nosotros, Madre nuestra, esperaremos sólo en Vos, después de Dios, y todo el fundamento de nuestra esperanza será la confianza misma en vuestras maternales bondades.
¡Dulce Virgen María de El Buen Suceso! Las calumnias podrán arrancarnos la reputación y el poco bien que poseamos; las enfermedades nos podrán quitar las fuerzas y la facultad exterior de serviros; podremos perder aún ¡oh dolor, nuestra tierna Madre!, vuestras buenas gracias por el pecado. Pero nuestra amorosa confianza en vuestras maternales bondades, nunca jamás. ¡Oh no, jamás la perderemos!
Conservaremos esta inquebrantable confianza hasta nuestro último suspiro. Todas las fuerzas del infierno no nos la quitarán. Moriremos repitiendo mil veces vuestro nombre bendito, haciendo reposar sobre Vuestro Corazón Inmaculado toda nuestra esperanza.
Esta es nuestra gran confianza y toda la razón de nuestra esperanza.
Si! eres Vos, oh! Madre nuestra, que después de habernos hecho compartir las humillaciones y sufrimientos de Vuestro Divino Hijo nos introduciréis en su gloria y en sus delicias para alabarlo y bendecirlo cerca de Vos y con Vos por los siglos de los siglos. Así sea
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El presente artículo está basado en escritos del insigne pensador católico, Dr. Plínio Corrèa de Oliveira, gran devoto de la Santísima Virgen de El Buen Suceso, para la revista brasileña ¨Catolicismo¨.